Dos semanas de aislamiento.
Ayer me pegó el bajón. Caigo en la cuenta de que no sé cuánto va a durar esto. Pueden ser semanas, meses, no sabemos.
En dos días cumple años uno de mis hijos. Eso me da tristeza. El festejo que no tendrá, ¿cómo le explico, con sus casi cuatro años, que no habrá amigos por el coronavirus? Que no habrá castillo inflable ni festejo en el jardín, que sus amiguitos no podrán venir a verlo, tampoco sus abuelos y abuelas.
Estoy cansada. Los niños en casa, todo tirado otra vez, se aburren, precisan salir y ver a otras personas, yo también. Invento juegos, actividades. Las ideas se me acaban. Se me acaba la paciencia, otra vez. Deseo que se duerman, son las diez, todavía falta un rato. Quiero estar sola, descansar de esto. Del agobio, del encierro, de los niños.
Nosotras en casa sostenemos todo. Nos volvemos maestras, cuidadoras, limpiadoras, trabajadoras.
Nos turnamos con su padre para trabajar. El tiempo no rinde. Los niños acá y yo no puedo concentrarme. Tengo que entregar cosas como si no hubiera cuarentena. Pero el tiempo no es el mismo, la vida no es la misma. Extraño a mi trabajo, la actividad, extraño a gente que nunca pensé que podría llegar a extrañar, reuniones aburridas de esas que deseamos que terminen.
Pienso en lo lindo, intento hacerlo. Nos tenemos. No estoy sola, no estamos solos/as.
La cuarentena sería más tranquila sin niños, más productiva. Pero sin dudas más aburrida. Ellos son la vida. Y ahí están, llamándome otra vez.
Anónimo
Recibido el 28 de marzo de 2020.
23:32 hs.
Ayer me pegó el bajón. Caigo en la cuenta de que no sé cuánto va a durar esto. Pueden ser semanas, meses, no sabemos.
En dos días cumple años uno de mis hijos. Eso me da tristeza. El festejo que no tendrá, ¿cómo le explico, con sus casi cuatro años, que no habrá amigos por el coronavirus? Que no habrá castillo inflable ni festejo en el jardín, que sus amiguitos no podrán venir a verlo, tampoco sus abuelos y abuelas.
Estoy cansada. Los niños en casa, todo tirado otra vez, se aburren, precisan salir y ver a otras personas, yo también. Invento juegos, actividades. Las ideas se me acaban. Se me acaba la paciencia, otra vez. Deseo que se duerman, son las diez, todavía falta un rato. Quiero estar sola, descansar de esto. Del agobio, del encierro, de los niños.
Nosotras en casa sostenemos todo. Nos volvemos maestras, cuidadoras, limpiadoras, trabajadoras.
Nos turnamos con su padre para trabajar. El tiempo no rinde. Los niños acá y yo no puedo concentrarme. Tengo que entregar cosas como si no hubiera cuarentena. Pero el tiempo no es el mismo, la vida no es la misma. Extraño a mi trabajo, la actividad, extraño a gente que nunca pensé que podría llegar a extrañar, reuniones aburridas de esas que deseamos que terminen.
Pienso en lo lindo, intento hacerlo. Nos tenemos. No estoy sola, no estamos solos/as.
La cuarentena sería más tranquila sin niños, más productiva. Pero sin dudas más aburrida. Ellos son la vida. Y ahí están, llamándome otra vez.
Anónimo
Recibido el 28 de marzo de 2020.
23:32 hs.
Comentarios
Publicar un comentario